El Plasma Rico en Plaquetas (PRP) es un tratamiento con múltiples ventajas y aplicaciones, entre las que destacan el tratamiento de la alopecia y el envejecimiento cutáneo.
Una de sus principales ventajas es que se obtiene a partir de la propia sangre del paciente, lo que elimina riesgos de alergias o rechazos. Además, no requiere pruebas previas, solo una evaluación dermatológica que incluye la historia clínica, exploración física y toma de imágenes clínicas.
El PRP se obtiene mediante un proceso similar al de una extracción sanguínea habitual. Es un tratamiento ambulatorio, no requiere ingreso y se extraen aproximadamente 20 cc de sangre, que luego se procesan en una centrifugadora para separar los componentes sanguíneos. Uno de estos componentes es el PRP, que es posteriormente infiltrado en la zona a tratar, ya sea en la piel o el cuero cabelludo, utilizando agujas finas. Para activar las plaquetas y liberar los factores de crecimiento, se añade un compuesto cálcico al PRP.
El procedimiento es mínimamente doloroso y los resultados suelen ser muy satisfactorios. El plasma rico en plaquetas contiene numerosos factores de crecimiento, sustancias que favorecen la formación de nuevos vasos sanguíneos en la zona tratada, mejorando la oxigenación y aportación de nutrientes. También estimula la proliferación celular, favoreciendo la producción de colágeno y elastina, fundamentales para la firmeza y elasticidad de la piel.
Una posible complicación es la aparición de hematomas en la zona de infiltración, especialmente en el área periocular. Para prevenirlos, se recomienda el uso de cremas con vitamina K y protector solar en las zonas tratadas.
En el tratamiento de la alopecia, la infiltración en el cuero cabelludo fomenta el crecimiento de nuevo cabello y aumenta el grosor del cabello existente, lo que se traduce en un aumento de la densidad capilar.
En el tratamiento antienvejecimiento, como en la piel de la cara o el escote, el PRP mejora la elasticidad, reduce la flacidez, incrementa la luminosidad y atenúa las arrugas.
Antes de iniciar el tratamiento con PRP, es imprescindible una evaluación médica para revisar los antecedentes del paciente y asegurarse de que no haya condiciones o medicamentos que puedan interferir, como los anticoagulantes, que aumentan el riesgo de hematomas.
En el caso de la alopecia, se debe evaluar el tipo y grado de la caída capilar, ya que no todas las alopecias son tratables con PRP. Este tratamiento ha demostrado eficacia en la alopecia androgenética, tanto masculina como femenina, pero no existen evidencias suficientes para otros tipos de alopecia. Además, se recomienda asociar el PRP con tratamientos médicos de base, como minoxidilo y/o antiandrógenos, para optimizar los resultados y mantener los efectos a largo plazo.
En el caso del tratamiento antienvejecimiento, es fundamental evaluar el tipo de arrugas, su localización, las expectativas de la paciente, y los tratamientos previos y domiciliarios que esté utilizando. El PRP puede combinarse con otras técnicas, como rellenos de ácido hialurónico o toxina botulínica.
No hay un límite de edad para someterse a este tratamiento, aunque no es recomendable realizarlo en pacientes menores de 30 años como tratamiento antienvejecimiento.
Aunque la cantidad exacta de sesiones depende de cada caso, generalmente se realizan entre 3 y 4 sesiones al año, separadas por intervalos de 4 a 6 semanas. Para mantener los resultados, se recomienda repetir el tratamiento anualmente.
En el caso del tratamiento antienvejecimiento, los resultados suelen ser visibles entre 20 y 30 días después de la sesión, aunque ya se puede notar una mejora en la luminosidad de la piel desde los primeros días. En el tratamiento de la alopecia androgenética, los resultados se comienzan a percibir, generalmente, después de la segunda sesión.